Quedamos una vez en Place Vendôme y creo que no nos volvimos a ver hasta por allá el final. De aquel año en París recuerdo el frío que empezó a hacer desde mediados de septiembre y que no llegó a terminar nunca. Los fines de semana en París parecían no tener fin y claro, en aquella época y lugar ser estudiante era un chollo: apenas clases y, cuando las había, las huelgas se sucedían unas a otras. Las calles se cortaban y los trenes no funcionaban.
En Place Vendôme, la verdad, hicimos poca cosa. Demasiado lujoso para nosotros. Yo propuse subir un par de calles y sentarnos en las escaleras de La Madeleine. Así hicimos. Luego, unas horas más tarde, recordaría con sufrimiento mi ocurrencia y el frío pasado en esa piedra.
En Place Vendôme, la verdad, hicimos poca cosa. Demasiado lujoso para nosotros. Yo propuse subir un par de calles y sentarnos en las escaleras de La Madeleine. Así hicimos. Luego, unas horas más tarde, recordaría con sufrimiento mi ocurrencia y el frío pasado en esa piedra.