Tuesday, January 22

Ispahán, la mitad del mundo.


Supongo que, en algún momento del camino entre Arbela e Ispahán, me perdí y creo que jamás volví a encontrarme.

Habiendo salido de la que podría ser la ciudad más antigua del mundo y, sin haber llegado aún donde la muerte, según Cocteau, iba a dar conmigo, decidí que, tarde o temprano, aquella situación debería terminar y que, para bien o para mal, prefería que fuera en Susa que en Ispahán.

Una vez más, mis pasos me alejaron del bazar, de los venenos de Bagoas y las continuas huidas de Darío por las ciudades de Media. En Susa, descubrí el significado de antigüedad y dejé de lado mis deseos de elusión. Tres lunas después, decidí que no debía demorarme más e ir al encuentro que Cocteau había preparado para mí en Ispahán.

Un tiempo después, moribundo tras cruzar los vastos terrenos de la Media, alcancé Ispahán, donde, entre sus jardines, di contigo. Tu sonrisa, impaciente, me indicó que no tenía nada que temer. Entonces, creí entender que toda aquella eternidad que envolvía a las tres ciudades no era más que un suspiro y yo, un leal siervo del tiempo.

Supongo que Cocteau estaría orgulloso. Yo, por lo menos, al mirarte a los ojos, supe que todo tenía sentido y que no me había equivocado. Que, si el palacio de Ctesifonte había cedido ante el polvo, la arena y el tiempo, también lo haría el puente de Ispahán y, por supuesto, yo no iba a ser una excepción.

Just some reasons...

Thursday, January 17

Convent de les Caputxines

Suspiré una vez más, sobrecogido con aquel silencio que inundaba la iglesia. Sí, un silencio sólo roto momentáneamente con el parsimonioso rezo del rosario de una monja ya demasiado vieja. Volví a suspirar antes de decirme que pocas veces me había sentido tan pequeño. Nada de lo que allí había me decía nada. Las paredes, infinitamente blancas, cual cal en los barrios pesqueros; el altar, desposeído de un gran Cristo, con apenas un cuadro que no llegaba a cubrir todo el muro. Tampoco la verja que separaba a las reclusas de mi libertad me decía gran cosa.

Sólo ese silencio habló. Y creedme que no dijo nada de Dios ni de asuntos celestiales. Caí rendido ante ese taladrar que llenaba mis oídos, ese agudo suspirar, ese eco lejano. Y luego me vi incapaz de moverme, apoderado del muerto sonido. Muerto fui yo y no me moví. Ni salí, ni me senté, ni, por supuesto, dije nada. Sólo me quedé observando hasta que la monja terminó con el rosario, se levantó y se fue, dejándome a mí para lidiar con el crujir de los bancos y la ruptura del silencio.

Y luego me marché, salí por donde había entrado y, con cuidado, cerré la puerta. Eso fue todo. Supongo que todo lo demás sobra.

(i jo que pensava que t'empraria a tu, bella estimada, com a llengua dels meus textos, m'equivocava, un cop més al pensar que jo, a diferència de tots els altres, podia vèncer al renou i instal·lar-me dins el suau remor del silenci)

Tuesday, January 8

Appearance

Evidentemente, para ser sinceros, nos conviene dejarnos de máscaras, muecas y otros gestos que oculten nuestra verdadera personalidad. Si, además, te permites el lujo de dejar de lado largas patillas, conversaciones intelectuales de los libros que hay en tu mesilla y extractos bancarios, habrás superado tres de los grandes puntos negros de nuestra sociedad, es decir, la imagen física, la imagen intelectual y la imagen de prosperidad económica.

Y, la verdad, ojalá tuviera largas patillas, mente brillante y una fortuna, pero mis ambiciones de Travolta pasaron a mejor vida y me conformo con irme a la cama un poco tarde y madrugar un poco menos y, si acaso, peinarme después de la ducha. Y, en cuanto a la pasta, mejor no hablemos.

Saturday, January 5

Volver

Volver, pasados los años,
hacia la felicidad
– para verse y recordar
que yo también [tampoco] he cambiado.



Me haces sonreír.
Y eso, a pesar del tiempo y de la distancia, es lo mejor.