Hay veces en que sabes qué va a acontecer. Ésas son las mejores.
Me esfuerzo en intentar recordar, en intentar vislumbrar lo que un día llegó a suceder y me doy cuenta que quizás ni siquiera existió, que quizás todo sea parte de mi imaginación, de su imaginación, o que puede que tan sólo lo haya soñado.
Aún así, me permito pensar que no me lo invento, que sí tiene algo, que es una verdad, que no es ficticio, pero me devuelvo a la realidad diciéndome que no consigo percibir de cuándo, de dónde y de qué se trata o siquiera de si se trata de algo, de si es certero este pensamiento, de si es real.
Ojalá fuera un sueño porque no creo que pudiera seguir con este 'Déjà vécu' por más tiempo sin lograr adivinar en qué lugar, con quién y cuándo fue. Sólo espero que sí, que sea un sueño, como los de Emil Sinclair porque, de otra forma, no sé cómo podría explicarlo. Ni siquiera éstos, sus sueños, me dan una visión clara de la situación, no.
En alguna madrugada, que parece ya muy lejana, me susurraste al oído que la adoración al fuego no ha sido la mayor tontería que se ha inventado. No obstante y, aunque no eras tú quien hablabas, el otro lo hacía con tu voz y con tu ser, erais dos, erais uno sólo. Sólo tú y sólo tú. Me hablaste de esto, eso y aquello y me encandilé con tu manera de hablar y con esa amistad que me ofrecías.
Escuchando lo que me decías me quedé dormido y desperté sin pensar en mañana, tan sólo en seguir escuchándote. Pero, de pronto, tuve que admitir que no siempre ibas a acudir a caballo. Cerré los ojos otra vez y me callé. Apenas volví a hablar durante toda la mañana.
"Dos mundos se confundían allí: de dos polos opuestos surgían el día y la noche."
Un día dijiste Alea iacta est y yo ahora debo decirte hasta luego, Demian.
Pues eso, que donde dije 'digo', digo Diego.
Me esfuerzo en intentar recordar, en intentar vislumbrar lo que un día llegó a suceder y me doy cuenta que quizás ni siquiera existió, que quizás todo sea parte de mi imaginación, de su imaginación, o que puede que tan sólo lo haya soñado.
Aún así, me permito pensar que no me lo invento, que sí tiene algo, que es una verdad, que no es ficticio, pero me devuelvo a la realidad diciéndome que no consigo percibir de cuándo, de dónde y de qué se trata o siquiera de si se trata de algo, de si es certero este pensamiento, de si es real.
Ojalá fuera un sueño porque no creo que pudiera seguir con este 'Déjà vécu' por más tiempo sin lograr adivinar en qué lugar, con quién y cuándo fue. Sólo espero que sí, que sea un sueño, como los de Emil Sinclair porque, de otra forma, no sé cómo podría explicarlo. Ni siquiera éstos, sus sueños, me dan una visión clara de la situación, no.
En alguna madrugada, que parece ya muy lejana, me susurraste al oído que la adoración al fuego no ha sido la mayor tontería que se ha inventado. No obstante y, aunque no eras tú quien hablabas, el otro lo hacía con tu voz y con tu ser, erais dos, erais uno sólo. Sólo tú y sólo tú. Me hablaste de esto, eso y aquello y me encandilé con tu manera de hablar y con esa amistad que me ofrecías.
Escuchando lo que me decías me quedé dormido y desperté sin pensar en mañana, tan sólo en seguir escuchándote. Pero, de pronto, tuve que admitir que no siempre ibas a acudir a caballo. Cerré los ojos otra vez y me callé. Apenas volví a hablar durante toda la mañana.
"Dos mundos se confundían allí: de dos polos opuestos surgían el día y la noche."
Un día dijiste Alea iacta est y yo ahora debo decirte hasta luego, Demian.
Pues eso, que donde dije 'digo', digo Diego.
2 comments:
quizás ahora sí soy capaz de entenderla como tu lo hiciste.
¿Homenaje a Hesse?
Un fuerte abrazo desde el Otro Lado.
Post a Comment