Todavía con lágrimas en los ojos, acababa de recorrer los metros que le faltaban a esa calle para dejar de ser Avenida de Alemania y serlo de Portugal. Poco o nada duraría yo en aquella, tan sólo el tiempo preciso para observar los vestigios de la exigua arquitectura racionalista que habita la ciudad y cruzar el semáforo que me llevaría hacia Ramón y Cajal.
El aire se entornaba enrarecido frente aquella biblioteca que jamás había sido mía, tan sólo algunas horas del invierno anterior frente a un libro de Derecho Romano que jamás volvería a abrir y del que no bebería lo suficiente. El torrente quería ser río y yo, sin saber por qué, me dejé llevar por aquel sentimiento de ciudad no demasiado provinciana para convencerme de que aquel olor era el mismo de un año entero de Derecho.
Y seguí por aquel Ramón y Cajal para girar en Avenida Argentina y seguir atravesando Industria y Murillo y Caro, hasta llegar a Fábrica donde sí me detuve y giré a la derecha. Lo cierto es que sí me sorprendí al ver abierto aquel café con olor de un año entero de Derecho. Entré y me tomé el café que no me había tomado los últimos cuatro meses para, finalmente, volverme hacia casa, sabiendo ya que el aire enrarecido se debía a la lluvia que iba a caer horas más tarde.
El aire se entornaba enrarecido frente aquella biblioteca que jamás había sido mía, tan sólo algunas horas del invierno anterior frente a un libro de Derecho Romano que jamás volvería a abrir y del que no bebería lo suficiente. El torrente quería ser río y yo, sin saber por qué, me dejé llevar por aquel sentimiento de ciudad no demasiado provinciana para convencerme de que aquel olor era el mismo de un año entero de Derecho.
Y seguí por aquel Ramón y Cajal para girar en Avenida Argentina y seguir atravesando Industria y Murillo y Caro, hasta llegar a Fábrica donde sí me detuve y giré a la derecha. Lo cierto es que sí me sorprendí al ver abierto aquel café con olor de un año entero de Derecho. Entré y me tomé el café que no me había tomado los últimos cuatro meses para, finalmente, volverme hacia casa, sabiendo ya que el aire enrarecido se debía a la lluvia que iba a caer horas más tarde.
1 comment:
Quizás podríamos llamar a este relato "AROMAS DE NOSTALGIA", ¿no?, o tal vez "TEMPUS FUGIT, AMIGO"...
Un fuerte abrazo, feliz año, desde el Otro Lado.
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