Saturday, December 27

Wicked games.

Todavía con lágrimas en los ojos, acababa de recorrer los metros que le faltaban a esa calle para dejar de ser Avenida de Alemania y serlo de Portugal. Poco o nada duraría yo en aquella, tan sólo el tiempo preciso para observar los vestigios de la exigua arquitectura racionalista que habita la ciudad y cruzar el semáforo que me llevaría hacia Ramón y Cajal.

El aire se entornaba enrarecido frente aquella biblioteca que jamás había sido mía, tan sólo algunas horas del invierno anterior frente a un libro de Derecho Romano que jamás volvería a abrir y del que no bebería lo suficiente. El torrente quería ser río y yo, sin saber por qué, me dejé llevar por aquel sentimiento de ciudad no demasiado provinciana para convencerme de que aquel olor era el mismo de un año entero de Derecho.

Y seguí por aquel Ramón y Cajal para girar en Avenida Argentina y seguir atravesando Industria y Murillo y Caro, hasta llegar a Fábrica donde sí me detuve y giré a la derecha. Lo cierto es que sí me sorprendí al ver abierto aquel café con olor de un año entero de Derecho. Entré y me tomé el café que no me había tomado los últimos cuatro meses para, finalmente, volverme hacia casa, sabiendo ya que el aire enrarecido se debía a la lluvia que iba a caer horas más tarde.


Tuesday, December 16

Poznan.

We didn't wait until the sunrise. We left that god-forsaken hostel in the middle of nowhere and we run to take the first of all the buses and trams we had to take to get the meeting point. In fact, our sleepy mood and behave didn't let us have a right perception of the Polish public transport system. Thus, we ended thinking it was just an old bus and an old tram and that was it. And it wasn't.

People looked tired. Tired of living, of life, of that heavy sky of clouds and rains. Tired of the cold, and misery, and poverty and all those feelings I believe I don't feel.

I'd been told they're nice people, and they are. They are nice people. I do think so, though I also think they are unhappy. All that atmosphere in which they were involved was grey, all was grey and uncoloured and, why not, death.

Death could be heard and smelt. Death was everywhere. Yet, you could also feel the satisfaction of those who were alive, those who had survived and still were.

Anyway, we were there to think of future, weren't us?

Monday, September 1

Rainy days makes me feel on Sunday

(Even if it's Monday)














I no deix de pensar que anit em va ésser curta, amb una Palma nua de vida i de gent. (I la poca que hi havia no estava precisament pendent de nosaltres tres).

Vaig palpar un cop més l'alborada, encara que només ens fessin les tres. Així ho vaig creure i així va ser, perquè ahir encara era agost i això ho diu tot.

I ja sé que això no és cap text decent. Però d'això se'n tracta, no? De fer un text poc decent i, si s'adequa als requisits formals, presentar-ho a l'ArtJove.

Serà millor que ho deixi fer. Demà serà dimarts i hem d'agafar un avió a Berlín.

Wednesday, August 27

Sickness.

Vomité la sangre que guardaba en mis entrañas y dejé que ese sudor caliente me devorara hasta el fin. Y, aún así, apenas creí atisbar el significado de enfermedad, de guardar cama y de cuarentena.

Por supuesto, había creído que aquellas pastillas milagrosas, blancas inmaculadas todas ellas, iban a poner de su parte todo lo que ni el propio dueño del cuerpo quería o podía poner. 


Monday, August 4

Draft.

Apenas un suspiro de, sí, tiempo y, sin embargo, mi cabeza parecía alejada a cientos de kilómetros de distancia. Me desvanecí en el aire en aquel momento, aunque supongo que era debido al ambiente caluroso y a mis pocas predisposiciones a hacer ejercicios de socialización ni de sociedad. Mientras tanto, continuaste de actor en aquella farsa hasta que, por fin, te encontré esperándome en silencio al otro lado de la verja. Te distinguí desde la ventana. Te miré y bajé al jardín a saludarte. –Curiosa acción en un piso no demasiado céntrico de la ciudad–. Pero bajé y te saludé en aquel jardín.

Lo llamo, y lo llamábamos jardín, aún a sabiendas de que nada había crecido nunca allí. Apenas unos hierbajos y poca cosa más. Pero no íbamos por ello a calificar al jardín -tan noble como otro cualquiera- de terraza o descampado.

Supongo que debería haberte besado. Ahí, cada uno en su lado de la verja. Aunque hubiera sido demasiado cursi. Algo totalmente alejado a nuestro sentir y a nuestras teorías del amor. Apenas un suspiro de, sí, otra vez, tiempo y tuve que marcharme a cenar, sabiendo que, a la vuelta, no te encontraría allí.

Sunday, July 6

Étourdi.

Jo no obriria els ulls, jo no juraria
que, d'un moment a l'altre,
no es pegués tot foc.


Pero escribo mientras me desvanezco entre suspiros de risas ajenas, entre retazos de poemas del medievo de autores del medievo con pensamientos del medievo. Y me sorprendo justificándome, diciéndome que es pura curiosidad. Como si necesitara excusas. Como si fingiera que soy yo quien las quiere y no la sociedad que las impone.

Y termino. Escribiendo versos ajenos en catalán. Aunque no sean del medievo. Ni siquiera con pensamientos del medievo. Pero los escribo. Sin excusas, sin pretextos.


[yo no abriría los ojos, no juraría
que, de un momento a otro
no se incendiara todo]

Wednesday, June 18

Denver, CO.

Y todo lo que le siguió -y le hubo precedido-. Porque al llegar al propio punto de destino, al lugar preciso, al sitio en cuestión, todo el camino cobró su sentido. Si es que alguna vez lo había tenido.

En esa ciudad, aparcada, sin saber ni cómo ni cuándo, en la mitad del camino, nos deseamos suerte el uno al otro, como si creyéramos que nos volveríamos a ver, como si creyéramos que aquello era jugar a vivir.

Pero lo dijimos. Y, lo peor de todo, es que nos lo creímos. Para mis adentros me dije que esperaba no necesitarla, pero, lo cierto es que aquel juego era un tanto más peligroso de lo que yo pretendía hacer ver.

Ya sólo quedaba salir a medianoche -cualquier otra hora hubiera sido mucho menos literaria- y pararse en la carretera a hacer autostop -por no llamarlo hitchhiking-.

Aunque ya dejo dicho que yo no inmortalizo a autores, ni mucho menos a libros que todavía no he terminado.

Saturday, June 14

Declaración de Intenciones.

Sentado en el alféizar de la ventana consigo distinguir en el eternamente infinito cielo azul unos cuantos cirros ligeramente rojizos que se deslizan al compás del aire vespertino.
Aquí, sentado en el alféizar de esta ventana que tantas veces, demasiadas, se ha quedado cerrada, puedo oler lo que en su día se llamó “CARPE DIEM”. Sí, sin duda huele a esta brisa marinera de los barrios de pescadores mediterráneos.
Así, me deslizo a través de mi vida para recordarme que más me vale empezar a tomarme en serio estos tópicos latinos o, en su defecto, padeceré las típicas sensaciones del acomodado hombre de clase media: estrés, vacío, infelicidad y cansancio.
Éste, el cansancio, no será precisamente físico sino Psicológico. Cansado del mundo que nos rodea. Por eso necesito sentirme cansado físicamente para saber que hago algo bueno con mi vida, que no la desmigajo por siete días más de protocolario y absurdo monótono vivir.
Con el cansancio sabré que, no en vano, he subido al alféizar aun con riesgo a caerme. Sin embargo, deberé aprender a sentir ese vacío bajo mis pies porque eso es lo que los demás sienten en sus vientres.
Nadie más sabe que estoy aquí. Solos tú y yo. Bueno, y el viento que todo lo mueve que a mí me deja permanecer sentado, sin caer. Éste, el viento, no está atado ni ata ni nada.
No quiero gritar, cual poeta romántico, que quiero ser el viento, ni siquiera el mar que baña esta isla.
– ¿Entonces qué? ¬– preguntaste de manera curiosa.
Mi sonrisa simple y llana respondió en su momento que quería ser yo mismo, encontrar mi espacio y jamás salir de él, que la vida fuera un desenfreno, pero que no por ello fuera de fiesta y borrachera en orgía hasta que la sepultura diera conmigo.
Hoy, en el alféizar, no tengo contestación posible. Ni siquiera la lejana canción de los cuatro de Liverpool me indica un camino. Tan sólo suena y suena en un constante suceder entre la canción anterior y la siguiente.
Y así, mientras el disco gira en su vinilo, yo siento un hambre inusitado. Es la vida que me llama para ser comida.
¿Qué impedimento le puedo poner yo? ¿Acaso soy un holandés que le pone diques al mar? No, no le puedo poner ni diques ni impedimentos a mi vida. Tarde o temprano la cosa explotará. La vida exige ser vivida como se merece y el alma de burgués atolondrado no cabe dentro de mí.
Ya dije antes que tampoco soy el bohemio romántico en su casa destartalada. No, mi vida tampoco debe ser una bacanal.
Ni lo apolíneo ni lo dionisiaco. Deja que ambos fluyan en ti gritó alguien en su momento, aunque parece que ni siquiera los vecinos de arriba se dan cuenta del aire que corre.
La ropa tendida se va volando y yo sigo aquí, sentado, no nado a contracorriente. Simplemente, no nado.
¿Para qué tomar direcciones que sé que están equivocadas?




y a lo lejos una voz me pide bajar del alféizar…

Sunday, May 25

04:05 am - 18º

Eso marca el termómetro de Camino de Son Rapinya s/n en sus inicios, entre Picasso y Ripoll i Trobat. Llueve, apenas se nota, pero no dejo que mis pies se mojen más. Sigo con mi paraguas - el de Koke -, aunque me guste decir que me gusta la lluvia, aunque me guste la lluvia. Y sigo porque estoy cansado, porque, ¡qué coño! son las cuatro de la mañana y estoy caminando hacia casa. Porque ya llevo un buen rato caminando y me importa poco lo que me espera.

Pero me giro para ver todos y cada uno de los -pocos- vehículos que pasan. Coches, motos, camiones de la basura, policía, taxis. Taxis. Y me digo que el siguiente que pase vacío le voy a gritar 'Taxi'. Porque esta lluvia me empieza a mosquear y uno está cansado, con sed y ganas de lavarse los dientes. Y toso, pensando que así me alivio la sed, porque tiene tela la sed que tengo y lo mucho y poco que llueve.

Me repito que debería de haber avisado de que no vendría a dormir, que hubiera sido mucho más fácil quedarme en tu casa o, por lo menos, mucho más práctico. Pero me conformo con mantener mi respuesta. Y con añadir que estaré bien, que no es para tanto y que no tengo miedo.

¡Ni que me fueran a atracar! Y lo cierto es que ni psiquiátrico, ni cementerio, ni los grandes y siniestros parques que marcan el camino de vuelta me asustan. Más lo hacen los coches que pasan junto a mí y me miran, con resignación, porque nadie quiere pararse en un paso de cebra a las cuatro de la mañana. Si es que paso por ahí. Porque cruzo por donde quiero y como quiero. A pesar de que sé que moriré atropellado un día de estos.

Llueve un poco más, agarro más fuerte el paraguas, pero el viento se ríe de mí. Se ríe y juega con mi paraguas - el de Koke -. Sigo andando y dejo atrás los hospitales y casas residenciales cuyos jardines he revisado uno a uno. Una verja abierta en mitad de la calle, la noche oscura y la lluvia. Me giro para encontrarme con mi sombra.

Me protegen del miedo la oscuridad, la mala iluminación de la ciudad y las aceras arboladas. Sólo el ruido de mis pasos me delata, y algún que otro crugir de caracol bajo mis zapatos. Pero nadie pasa por la calle a estas horas y los que pasan poco me van a decir. Les basta la cara de asombro.

Y me palpo. Todavía no me he quitado el traje de luto. Parece que empieza a parar de llover. Tiene narices la cosa que cuando llegue a casa pase esto. Pero ahora prefiero que siga lloviendo. A este ritmo mañana me quedo a estudiar y no salgo a la calle. Me voy a quitar los zapatos, que están mojados.

Sunday, May 18

Su diástole de vida y su sístole de muerte.

Y sus idas y venidas en un domingo a su más puro estilo de domingo. Encerrado, lluvia y oscuridad invernal. Con una liga que se muere sin que yo le haya prestado el más mínimo interés. De un partido en la otra sala. Y mi cabeza en la ventana. Ya no llueve - abro la ventana y saco la mano para comprobarlo -. Efectivamente, no llueve.

Y el sol que no quiere salir. Ni yo estudiar, ni tú dejar de ser así como sólo tú sabes ser. Como para que luego me vuelvas a pedir que no falte a clase y me digas que los lunes son lunes para algo, para dejar atrás el fin de semana.

Pero te conteste, una vez más, que esto es un domingo a su más puro estilo y que, por tanto, mañana será lunes, con o sin las clases. Mañana estudiaré. Pas aujourd'hui.

Aun con tu diástole de vida y tu sístole de muerte, bebo de ti. - y vivo y muero-.

Tuesday, April 29

Rocío.

Apenas nos habíamos visto dos veces y ya creía conocerte mejor que a mi padre. Cuando aquel 29 de abril te vi llegar bajo el paraguas amarillo, supuse que dos veces tal vez no eran suficientes. Pero, por aquel entonces, ya confiaba en ti. Ni siquiera aquel clima de blanco y negro previo a la segunda guerra mundial, me daba a entender que algo no andaba bien.

Entramos en el café Bruselas. Pediste tú, al tiempo que encendía un cigarrillo para ti y sacaba otro para mí. Te lo fumaste en silencio, como en los poemas de Prévert. Aunque tú no lloraste. Ni siquiera yo lo hice. Te conté mi mañana pasando informes a máquina y me dijiste que tal vez irías a Londres, que las cosas pintaban mejor allí y que iba a ser más pronto que tarde. Te dije que yo me iría a Dublín, que aquí había poco que hacer. Te cogí de la mano y te pedí que nos fuéramos.

Al salir ya no llovía, pero abriste tu paraguas. Te abracé y cada uno se fue por donde había venido. Luego recordé que había estado preocupado por las manchas de tinta en mis manos.

Tuesday, April 22

Aujourd'hui, maman est morte.

Camus me vendió en algún zoco marroquí y allí empecé a ser menos él y más yo. Supongo que, de alguna manera, valió la pena todo aquello. Morir, lo que se dice morir, no morí. Ni tampoco lo hizo mamá. Camus me mintió una vez más. Pero yo sí pisé el freno.

Me desperté con la marca de la almohada en la mejilla derecha. Recordé que te habías ido mucho tiempo atrás. Apenas me había levantado y creí oír el teléfono sonar. Rachid. -mi compañero de piso-. Al otro lado del delgado tabique, Rachid hablaba en un acelerado árabe, pero sus palabras las sentí tan lejanas como tu voz. Sabía que si miraba el mar, a lo lejos, podrías verme. Olvidé demasiadas cosas. Y, a pesar de mi balcón marsellés, no te vi al otro lado del mar.

Tant pis! Plossu me lo perdona todo.

Monday, April 14

14 de Abril.

–¿Quién le mató, abuela?
–Todos –me contestó, y jamás he vuelto a contemplar una cara más sombría–. Le matamos entre todos. Yo, tu padre, el gabinete de Guerra, el ministro de justicia, la Segunda República Española, este maldito país, mi hermana Elena, mi cuñado Paco, y un soldado de Franco, o dos, o tres, o un regimiento entero que disparó a la vez, porque eso nunca lo he sabido...

No quiso hacerme caso, aquella vez no quiso. Solía escucharme, ya te lo he dicho, siempre tenía en cuenta mis opiniones, y yo se lo advertí, no sé por qué, pero aquella vez lo vi clarísimo, vi que aquel camino sólo nos llevaba a la ruina, y se lo rogué, se lo supliqué, se lo pedí por favor, mil veces, no aceptes ese puesto, Jaime... Él no me contestaba, y yo seguía hablando sola, estrellando mis palabras contra sus oídos como se estrella una pelota contra una pared, y recuperándolas después, intactas, una vez, y otra, y otra, y otra. Pero ¿es que no ves que no lo quiere nadie?, le decía, tú no le debes nada, que nombren a uno de los suyos, uno de esos que han medrado a su sombra, pero a ti no... No debería haber aceptado, y él lo sabía, nunca tendría que haber aceptado, tenía miles de excusas para negarse, ni siquiera era fiscal, ¿sabes?, y yo hubiera hecho cualquier cosa para impedirlo, cualquier cosa, se lo pedí de rodillas, un montón de veces... Pero nada, él ni me miraba, y no me decía nada, nada hasta que se puso de pie y me gritó, me gritó con auténtica violencia, como no me había gritado nunca. ¿Es que no te das cuenta?, me dijo, ¿o es que te crees que estamos jugando a la gallina ciega? Esto es una guerra y no están matando a la República precisamente, olvídate de eso y deja de llorar por la República, porque a quien están matando es a la gente, matan a la gente... Sus palabras me avergonzaron, y me callé. Él me pidió perdón, me abrazó y me besó, y entonces adiviné que iba a aceptar, aunque sabía de sobra dónde se metía. Tres o cuatro meses antes, una noche cualquiera, cuando nos fuimos a la cama, me dijo en voz muy baja, casi susurrándolo, que la guerra estaba perdida, que sólo quedaba esperar un milagro porque ya no había nada que hacer. Yo no quise creerle, porque las noticias no eran muy buenas, pero tampoco malas del todo, estábamos en el año 38, y yo creía, y lo creía sinceramente, que íbamos a ganar la guerra, todo el mundo estaba seguro, y todavía no era como después, cuando me levantaba por la mañana y me obligaba a tener fe, para no tener que pensar en lo que significaría la derrota, sobre todo desde que tu abuelo aceptó ese maldito puesto.


Malena es un nombre de tango
Almudena Grandes

Tuesday, April 1

Uno de abril.

Sería muy absurdo pretender que, de aquello, sólo rescato el Hotel Gaudí, sus salas y lo que en ellas ocurrió, porque, entonces, estaría omitiendo los meses anteriores, las dudas, el nerviosismo, las ilusiones, el tren multicolor que llega a Monfalcone, las personas, las amistades y todo lo que vino después.

Omitiría también vuestras caras, nuestro paseo por el Prado, una cena en un bar cutre de Madrid y el paso al futuro.

Y dos de abril fue quizás más uno de abril que el propio uno, así como también lo fueron Castillos de Cartón y una soleada Pascua gaditana, Agosto de 2007 y nuestros reencuentros, Café Bruxelles, de mis viajes a Granada y el regreso a Madrid.

¿Cómo fue tu primer día en India?

Sunday, March 16

Rissaga.


Apenas recuerdo nada de aquel largo y estrecho, cual ría, puerto. Tan sólo vagas imágenes de horas pasadas esperando que el barco llegara, atracara y volviéramos. Entre tanto, los paseos por el muelle, la rissaga, las callejuelas estrechas y la brisa llenaban todas las aspiraciones que le pudieran quedar a un viaje por terminar.

Y, sin embargo, a pesar de todo, te amé como un estúpido - porque no se puede amar de otra forma - y decidí que allí quería terminar mis días. Aunque yo, poco convencido de mis promesas, tampoco esperaba incumplirla de una manera tan flagrante. Apenas dos días más tarde deseché la idea inicial y me olvidé de Ciutadella. Supongo que dejé de quererte - tanto - cuando conocí a la otra, a Maó.


Friday, February 29

Marc Capaldi

Marc Capaldi, italo-americano, agente publicitario, 46 años, tres libros de poesía publicados. Quedamos en su casa del West Side. Cuando salimos, se metió uno de sus libros en el bolsillo. No sé por qué le da por cargar con sus poemas en sus incursiones por aquellos pozos de negrura y soledad, donde busca desesperadamente mitigar el dolor con unos cristalitos de cocaína y las migajas de afecto que caben en un estallido de semen comprado. Le atraen los tipos patibularios, cuanto más mejor, igual que los antros donde va a buscarlos. Habíamos estado hablando de poesía en su casa, antes de salir. En el cuarto o quinto bar, arremetió contra mí:

La canalla, me dijo, el culo del mundo. Sangre y mierda, detritos urbanos, los despojos de la humanidad. Ángeles sucios, no como los de tu Rilke, que ni tienen sexo ni saben de la vida.
Su rebeldía tenía algo de adolescente, y además estaba muy borracho, pero había estado mirando sus libros, y su poesía es así, manchada de sangre y mierda, hundida hasta el fondo en la desolación y la podredumbre. Sólo que al final, extrañamente, había una lucecita que permitía aferrarse a la esperanza.

Sí que tienen sexo, dije, pero no nos vamos a poner a discutir de poesía ahora.

¿Por qué, porque estamos rodeados de putas, delincuentes y maricones, yendo de bar en bar de mierda?

No, no es por eso.

Porque si es por eso, la mierda está para hurgar en ella. Por eso no me valen tus poetas. Ni siquiera Blake, por más que hable del infierno. Gente como Burroughs o Bukowski, todavía. Por lo menos, si se molestan en tener conversaciones con los ángeles es porque tienen intención de tirárselos y después limpiarse el culo con las plumas.

Vamos a dejarlo, Marc.

¿Y por qué? Es ahí donde está lo que buscas, y no en Rilke y todos esos poetas que te inflas a leer.

Nos acabamos de conocer, ¿cómo puedes saber qué es lo que busco?

Muy fácil. Buscas lo mismo que yo, sólo que no lo haces donde debes.

¿Y dónde se supone que tengo que buscar?

Ya te lo he dicho. En la inmundicia, manchándote el alma. Sólo así encontrarás lo que estás buscando. Sangre, mierda y semen, no lo olvides, como cuando te dan por culo, cosa que te pierdes por no ser maricón. Y un poco de coca. Follar y esnifar sin protección. Y si la palmas qué más da. Mejor. Te hacen ceniza, te meten en una urna y arreglado. ¿Qué es lo que busca la llamada gente de orden? ¿Hacerme creer que me voy a morir por echarme un polvo? Pues vale. Lo que cuenta es poder rozar la eternidad, aunque sólo sea un instante. Que nos quemen. A Dios le da exactamente igual.

El dueño del bar me llamó aparte y me dijo que tenía un minuto para sacar a Marc de allí, de lo contrario le encargaba el trabajo a los matones. Se llevó la mano a una medalla de oro que le colgaba del cuello. Aquí somos católicos, y no nos gusta esa gentuza. Y cuando se recupere de la cogorza dile a ese hijo de puta que no se le ocurra volver a asomar el hocico por aquí.
Marc fue a decir algo, pero le tapé la boca, lo arrastré a la calle como pude, lo metí en un taxi y desaparecimos.



de Llámame Brooklyn,
Eduardo Lago.
Premio Nadal 2006.

Saturday, February 16

Where I said 'say', I say Sayid

Hay veces en que sabes qué va a acontecer. Ésas son las mejores.

Me esfuerzo en intentar recordar, en intentar vislumbrar lo que un día llegó a suceder y me doy cuenta que quizás ni siquiera existió, que quizás todo sea parte de mi imaginación, de su imaginación, o que puede que tan sólo lo haya soñado.

Aún así, me permito pensar que no me lo invento, que sí tiene algo, que es una verdad, que no es ficticio, pero me devuelvo a la realidad diciéndome que no consigo percibir de cuándo, de dónde y de qué se trata o siquiera de si se trata de algo, de si es certero este pensamiento, de si es real.

Ojalá fuera un sueño porque no creo que pudiera seguir con este 'Déjà vécu' por más tiempo sin lograr adivinar en qué lugar, con quién y cuándo fue. Sólo espero que sí, que sea un sueño, como los de Emil Sinclair porque, de otra forma, no sé cómo podría explicarlo. Ni siquiera éstos, sus sueños, me dan una visión clara de la situación, no.

En alguna madrugada, que parece ya muy lejana, me susurraste al oído que la adoración al fuego no ha sido la mayor tontería que se ha inventado. No obstante y, aunque no eras tú quien hablabas, el otro lo hacía con tu voz y con tu ser, erais dos, erais uno sólo. Sólo tú y sólo tú. Me hablaste de esto, eso y aquello y me encandilé con tu manera de hablar y con esa amistad que me ofrecías.

Escuchando lo que me decías me quedé dormido y desperté sin pensar en mañana, tan sólo en seguir escuchándote. Pero, de pronto, tuve que admitir que no siempre ibas a acudir a caballo. Cerré los ojos otra vez y me callé. Apenas volví a hablar durante toda la mañana.

"Dos mundos se confundían allí: de dos polos opuestos surgían el día y la noche."
Un día dijiste Alea iacta est y yo ahora debo decirte hasta luego, Demian.



Pues eso, que donde dije 'digo', digo Diego.

Saturday, February 2

Sólo para locos.

Recorrí con toda la parsimonia que mi miedo me permetía aquellas calles lóbregas del centro de la ciudad. Mi silueta se dibujó con mi sombra al pasar bajo la única farola que quería encenderse aquella noche.

Paso a paso me iba alejando de la farola, sin dejar de contemplar aquella sombra que se proyectaba sobre el suelo y que esbozaba una figura mucho más decimonónica de lo que era habitual en mí.

Al salir de aquellas callejuelas tuve que girar sobre mis pasos al verme perdido en un mar de niebla y risas ajenas. ¿No era yo acaso aquel al que llamaban Harry Haller? Creí serlo cuando, tras otra vuelta sobre mí mismo, perdí la consciencia del lugar y del tiempo y allí, con mi eventual disfraz, sentí dentro de mí el aroma de un viejo lobo estepario incapaz de bailar Fox-Trot.

El miedo de perecer por el camino entre burlas y alcohol me obligó a apresurarme en mi regreso a casa tras aquel ligero y efímero bailoteo con el destino. La verdad es que, a día de hoy, no recuerdo todavía qué ocurrió aquella noche de carnaval en los lindes de Sant Jaume cuando me perdí y, sin rumbo, me condené a vagar por mares ingrávidos.

Supongo que todo aquello fue menos dramático de lo que parece, pero, al parecer, me descubrí en la cama, la mañana siguiente sin apenas un rasguño, con el traje doblado sobre la silla y la cabeza en calma. Luego, creí vislumbrar en el aire algo que me insinuó que mucho había olvidado y que más aún me convenía recordar.



Teatro mágico.
---Entrada no para cualquiera.
------No para cualquiera.

¡Sólo... para... lo... cos!

Tuesday, January 22

Ispahán, la mitad del mundo.


Supongo que, en algún momento del camino entre Arbela e Ispahán, me perdí y creo que jamás volví a encontrarme.

Habiendo salido de la que podría ser la ciudad más antigua del mundo y, sin haber llegado aún donde la muerte, según Cocteau, iba a dar conmigo, decidí que, tarde o temprano, aquella situación debería terminar y que, para bien o para mal, prefería que fuera en Susa que en Ispahán.

Una vez más, mis pasos me alejaron del bazar, de los venenos de Bagoas y las continuas huidas de Darío por las ciudades de Media. En Susa, descubrí el significado de antigüedad y dejé de lado mis deseos de elusión. Tres lunas después, decidí que no debía demorarme más e ir al encuentro que Cocteau había preparado para mí en Ispahán.

Un tiempo después, moribundo tras cruzar los vastos terrenos de la Media, alcancé Ispahán, donde, entre sus jardines, di contigo. Tu sonrisa, impaciente, me indicó que no tenía nada que temer. Entonces, creí entender que toda aquella eternidad que envolvía a las tres ciudades no era más que un suspiro y yo, un leal siervo del tiempo.

Supongo que Cocteau estaría orgulloso. Yo, por lo menos, al mirarte a los ojos, supe que todo tenía sentido y que no me había equivocado. Que, si el palacio de Ctesifonte había cedido ante el polvo, la arena y el tiempo, también lo haría el puente de Ispahán y, por supuesto, yo no iba a ser una excepción.

Just some reasons...

Thursday, January 17

Convent de les Caputxines

Suspiré una vez más, sobrecogido con aquel silencio que inundaba la iglesia. Sí, un silencio sólo roto momentáneamente con el parsimonioso rezo del rosario de una monja ya demasiado vieja. Volví a suspirar antes de decirme que pocas veces me había sentido tan pequeño. Nada de lo que allí había me decía nada. Las paredes, infinitamente blancas, cual cal en los barrios pesqueros; el altar, desposeído de un gran Cristo, con apenas un cuadro que no llegaba a cubrir todo el muro. Tampoco la verja que separaba a las reclusas de mi libertad me decía gran cosa.

Sólo ese silencio habló. Y creedme que no dijo nada de Dios ni de asuntos celestiales. Caí rendido ante ese taladrar que llenaba mis oídos, ese agudo suspirar, ese eco lejano. Y luego me vi incapaz de moverme, apoderado del muerto sonido. Muerto fui yo y no me moví. Ni salí, ni me senté, ni, por supuesto, dije nada. Sólo me quedé observando hasta que la monja terminó con el rosario, se levantó y se fue, dejándome a mí para lidiar con el crujir de los bancos y la ruptura del silencio.

Y luego me marché, salí por donde había entrado y, con cuidado, cerré la puerta. Eso fue todo. Supongo que todo lo demás sobra.

(i jo que pensava que t'empraria a tu, bella estimada, com a llengua dels meus textos, m'equivocava, un cop més al pensar que jo, a diferència de tots els altres, podia vèncer al renou i instal·lar-me dins el suau remor del silenci)

Tuesday, January 8

Appearance

Evidentemente, para ser sinceros, nos conviene dejarnos de máscaras, muecas y otros gestos que oculten nuestra verdadera personalidad. Si, además, te permites el lujo de dejar de lado largas patillas, conversaciones intelectuales de los libros que hay en tu mesilla y extractos bancarios, habrás superado tres de los grandes puntos negros de nuestra sociedad, es decir, la imagen física, la imagen intelectual y la imagen de prosperidad económica.

Y, la verdad, ojalá tuviera largas patillas, mente brillante y una fortuna, pero mis ambiciones de Travolta pasaron a mejor vida y me conformo con irme a la cama un poco tarde y madrugar un poco menos y, si acaso, peinarme después de la ducha. Y, en cuanto a la pasta, mejor no hablemos.

Saturday, January 5

Volver

Volver, pasados los años,
hacia la felicidad
– para verse y recordar
que yo también [tampoco] he cambiado.



Me haces sonreír.
Y eso, a pesar del tiempo y de la distancia, es lo mejor.